Por Mariángeles Guerrero
Miryam “Kita” Kurganoff de Gorban, nutricionista, maestra, pionera y compañera en la construcción de la soberanía alimentaria, falleció este 22 de octubre a los 93 años. Organizaciones campesinas y académicas dieron cuenta de su recorrido y sus aportes en defensa del derecho de los pueblos a decidir cómo producir, distribuir y consumir alimentos. “Su fallecimiento marca el cierre de una vida dedicada a la lucha por el derecho humano a una alimentación digna, saludable y soberana”, indicó la Red de Cátedras de Soberanía Alimentaria, de la que fue fundadora. “Su legado vive en cada huerta que florece, en cada plato que respeta la cultura y la salud, en cada comunidad que se organiza para alimentarse sin depender de las corporaciones. Miryam nos enseñó que comer no es solo un acto biológico, sino profundamente político. Su lucha sigue viva en cada mesa compartida”, agregaron.
Nació en Ceres (Santa Fe) en 1931, aunque su familia se trasladó a Santiago del Estero a los pocos años y ella se consideraba “santiagueña por adopción “. A los 17 años comenzó la carrera de dietista en Buenos Aires. Se graduó en 1951 y poco después comenzó a trabajar junto a Ramón Carrillo (primer ministro de Salud de Argentina) en un plan de alimentación para los hospitales del país. También trabajó junto al médico René Favaloro. Estuvo detenida-desaparecida en 1978, durante la última dictadura. Sin embargo, continuó su trabajo y militancia por el derecho a la alimentación. Obtuvo el título de Licenciada en Nutrición. Por su rol como Jefa de Alimentación en hospitales públicos se posicionó como una voz experta en políticas alimentarias.

En 1996 representó a Argentina en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación en Roma. “En el evento paralelo de la sociedad civil, cuando La Vía Campesina propuso el concepto de soberanía alimentaria, Miryam estaba ahí, haciendo lío. Ella abrazó esta bandera y fue una gran referente a nivel nacional e internacional”, recuerda Andrea Graciano, nutricionista y coordinadora de la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la Carrera de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Gorban impulsó esa cátedra en la UBA en 2003. La iniciativa, junto a la pionera de la Universidad de La Plata, se ramificó en otras Facultades públicas nacionales. Esos espacios formativos, que actualmente suman 60 en todo el país, confluyen en la Red de Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria y Espacios Afines (Red Calisas).
¿Cuáles de sus enseñanzas y reflexiones se precisan reivindicar? Graciano responde: “En estos tiempos es necesario volver a decir no sólo que la alimentación es un derecho básico y universal, sino lo que Miryam traía a la luz, cuestiones que análisis más tradicionales no mencionan“. Pone como ejemplo el poder adquisitivo y la capacidad de compra de las familias. “La alimentación es un derecho que deberíamos poder ejercer plenamente y sin embargo hoy, aún teniendo un trabajo, la pérdida del poder adquisitivo hace que no tengas la capacidad de adquirir los alimentos“, ejemplifica.

Agrega que es necesario observar el impacto de la geopolítica, del vínculo de Javier Milei con Donald Trump y de políticas como las retenciones cero. “Son cosas que Miryam todo el tiempo te invitaba a mirar al hablar de soberanía alimentaria“, indica.
Gorban tuvo múltiples distinciones: entre ellas, el título de Doctora Honoris Causa por la Universidad Nacional de Rosario, de la UBA, la Universidad Nacional de La Plata y de Mar del Plata. En 2020 fue declarada Personalidad Destacada de los Derechos Humanos por la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires. En junio de este año fue homenajeada con la distinción “Carlos Vicente” en el marco del VIII Congreso Internacional de Salud Socioambiental.
La alimentación como acto político
Gorban fue sumamente crítica al agronegocio y su modelo transgénico . En su planteo político, reivindicaba el alimento como derecho humano y no como una mercancía. Señalaba que no había soberanía alimentaria posible sin soberanía política y económica ni justicia social. En la introducción del libro Seguridad y Soberanía Alimentaria (2011), del que fue coautora, afirmaba: “Con el apogeo del neoliberalismo en nuestro país, se dio lugar a la apertura de la agriculturización, al desarrollo de la patria ‘sojera’, a la introducción de las semillas transgénicas, a la extranjerización y concentración de lo mejor de nuestras tierras cultivables, al desarrollo inusitado de los agronegocios y de la agroexportación, a la transnacionalización del comercio y de la industria, a la privatización de los servicios públicos, de los puertos y los sistemas de comunicación, a la liquidación de los ferrocarriles y la flota de transporte aéreo y marítimo“.
Advertía que, como consecuencia de esas políticas, se produjo la crisis económica del 2001, la disminución de la población rural, el hacinamiento urbano, la precarización laboral y el desempleo, y se perjudicó el acceso a la alimentación saludable.
“Vi que el problema de la alimentación era un hecho político y que estaba vinculado a la estructura y al desarrollo capitalista o no de los pueblos. Cada vez me convenzo más de eso. Los debates que se arman siempre giran alrededor de si tenemos un plato de comida o no lo tenemos. Para mí en este país se está violando el derecho a la alimentación. ¿Tenemos derecho a la alimentación o a la malnutrición?”, se preguntaba en una entrevista brindada a la periodista Mariana Jaroslavsky.
Y ejemplificaba: “Cuando a los chicos dale que dale con las galletitas, con los jugos en polvo, las madres se ofenden si no les dan jugo en polvo porque piensan que están haciendo economía, y uno piensa que es un problema de salud. Vayas por el andarivel que vayas, te encontrás con este fraude alimentario”.
También indicaba cómo la concentración económica afectaba la dieta de los pueblos y el vínculo entre las empresas petroleras, químicas, farmacéuticas y alimentarias. Hace años ya planteaba cómo afecta a la soberanía alimentaria la producción de los “bio” combustibles. “Los cereales que supimos cultivar para la alimentación humana hoy se utilizan para la alimentación de los animales o para producir combustibles. Ese es un problema que enfrenta la humanidad: el de poner a competir nuestros estómagos con los estómagos de los automóviles”, afirmaba en una nota con el periodista Ricardo Serruya.
También destacó el rol de las mujeres en la producción de alimentos. En 2018, cuando la marea verde alcanzó las calles por el derecho al aborto, desde la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la UBA se le preguntó sobre el rol de los feminismos en la lucha por la soberanía alimentaria. “Hasta no hace mucho tiempo pensaba que en un país con una población urbana tan concentrada, el papel de las mujeres en la producción no era tan descollante como en otros países de Latinoamérica. Pero resulta que no: estamos viendo el compromiso de las mujeres no solamente en la producción. Somos las hacedoras de las estrategias que se desarrollaron para salir de la tremenda crisis del 2001 y a partir de ahí participamos no solamente de la transmisión de conocimientos a las generaciones futuras, sino como artífices de toda esta cadena de comercialización y de transmisión del consumo responsable hacia la sociedad”, explicó.
De las universidades a los territorios (y viceversa)
Para Damián Verzeñassi, coordinador del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, la vida de Miryam Gorban fue uno de esos fuegos de los que habla Eduardo Galeano cuando escribe que hay algunos “que arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende”.
“Miryam sembró dos cosas claves. La primera es el compromiso con las ideas, con las construcciones colectivas, con el derecho de la alimentación de los pueblos. La segunda es haber trascendido los ámbitos académicos pero sin abandonarlos. Es decir: hay que estar en las comunidades, con los pies en los territorios, pero también hay que entender a la academia como un territorio a conquistar, a sostener y a resistir desde allí“, señala.
Y agrega: “Construyó no solo una red, sino una matriz de acción en los territorios y en la academia para pensar la soberanía alimentaria como un elemento transversal en la vida. Nos enseñó a mantener la alegría en las construcciones de la resistencia, aún en contextos muy adversos y de mucha crueldad”.
Desde la Red Calisas enfatizaron que su enfoque integraba saberes científicos, populares y políticos, que denunció la concentración del mercado, el avance de los transgénicos y la mercantilización de la comida. ”Su voz se alzó en defensa de los comedores escolares, las huertas comunitarias, los mercados populares y toda iniciativa que pusiera en el centro la dignidad alimentaria”, indicaron.
“Ella siempre destacó que la particularidad que tiene nuestra cátedra es que miramos la alimentación desde una perspectiva sistémica y muy integral. Remarcaba la necesidad de mirar todos los factores que inciden en que la alimentación no pueda ser un derecho plenamente ejercido”, subraya Graciano.
“Kita” será recordada en las aulas, en los espacios de debate de la ciencia digna y también en las ferias donde las y los productores cultivan alimentos sanos. En redes sociales, la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT) la recordó como “un faro que nos enseñó a muchxs la dimensión política del alimento. Desde las quintas hasta las mesas, pasando por las Universidades, ahí estaba Kita, tejiendo luchas y saberes por el derecho a una alimentación justa y digna”. En un comunicado, destacaron: “Acompañó nuestras luchas, nuestras ferias, nuestros reclamos por políticas públicas que reconozcan el valor de la agricultura familiar y agroecológica”.
La Red Nacional de Municipios por la Agroecología (Renama) la definió como “una pionera, defensora de una alimentación sana, sabrosa, abundante, para todos en todo el mundo, como lo brinda la naturaleza” y como “un ser luminoso que con su sola presencia, sus palabras y su fuerza era siempre la que más ánimo daba para caminar los desafíos de tiempos oscuros”.
Graciano sintetiza: “Muchas personas hemos aprendido de ella y hoy tenemos el enorme desafío de continuar con su legado”.
La entrada El legado de Miryam Gorban vive en cada huerta que florece se publicó primero en Agencia de Noticias Tierra Viva.
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