Renato Raschetti llegó al poder con la promesa de transparencia y cercanía. Casi dos años después, los vecinos lo ven poco y hablan de un intendente que aparece solo para la foto… y desaparece antes de que empiecen las preguntas.
Hace un año y diez meses que Renato Raschetti gobierna Cruz del Eje. Asumió con la promesa de transparencia, cercanía y un estilo de gestión distinto al de sus antecesores. Durante la campaña caminó los barrios, pidió el voto cara a cara y aseguró que su gobierno sería “de puertas abiertas”, con los vecinos como protagonistas.
Hoy, las puertas siguen abiertas… pero parece que del otro lado no hay nadie. El intendente aparece solo en actos protocolares, en fotos de redes o en reuniones con funcionarios provinciales. En los barrios, su figura se volvió casi un mito: se lo nombra, pero pocos pueden decir que lo han visto en persona.
Quienes han coincidido con él en algún evento aseguran que apenas termina el acto, el intendente se retira con una rapidez digna de elogio. No hay diálogo, ni tiempo para las preguntas. Solo una sonrisa, una foto y el habitual silencio posterior.

Durante su gestión, Raschetti protagonizó distintos episodios que ya generaron debate público: desde la polémica por el basural y los gastos en eventos, hasta el préstamo millonario solicitado al Fondo Permanente. A pesar de los cuestionamientos y reclamos por mayor transparencia, el intendente mantiene un bajo perfil que, para muchos, ya roza la invisibilidad.
Cruz del Eje sigue su rutina entre reclamos, anuncios y fotos oficiales. Y mientras tanto, el intendente que prometió ser distinto parece haber inventado una nueva forma de gobernar: sin aparecer.
Renato Raschetti, el intendente invisible, sigue ahí… o al menos eso dicen


