“Comer bien significa comer alimentos nutritivos y limpios que favorezcan tu salud y tu dignidad. No se trata sólo de llenar el estómago. La agroecología nos aleja del monocultivo y de los alimentos procesados. Cultivamos una gran variedad de productos libres de pesticidas químicos y fertilizantes sintéticos. La agroecología puede transformar nuestra forma de vivir, no sólo de cultivar”. Quien habla es Musa Sowe, integrante de la Red de Organizaciones de Agricultores y Productores Agrícolas de África Occidental y del Foro Nyéléni, red internacional de movimientos sociales que lucha por la soberanía alimentaria. Cada 16 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Alimentación. La fecha coincide con la fundación de la FAO en 1945.

La Vía Campesina, colectivo de organizaciones campesinas de todo el mundo, celebra también en esta jornada el Día Internacional de Acción por la Soberanía Alimentaria. “En la soberanía alimentaria, la comida está en el centro de todo. Por eso tratamos de que cada sistema de producción y todo lo relacionado con nuestra comida, el clima y la energía, sea sostenible. Tenemos una próxima generación en la que pensar”, advierte Mariann Bassey, de la organización Amigos de la Tierra Nigeria. Tanto Bassey como Sowe participaron del Tercer Foro Nyeléni (realizado en Sri Lanka, en septiembre), en el que se discutió la situación de la soberanía alimentaria a nivel global.

Tercer Foro Nyéléni en Malí. Alimentación y soberanía alimentaria con datos de la FAO.
Foto: Amigos de la Tierra

De ese foro participaron campesinos y campesinas, pueblos indígenas, pescadores y movimientos socioambientales. En ese contexto, Marcos Filardi, de las Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria de Argentina, indicó: “El agronegocio, diseñado para generar ganancias y no para alimentar, provoca hambre y enfermedades. Los agrotóxicos generan graves problemas de salud tanto en áreas rurales como urbanas, desde cánceres hasta trastornos reproductivos”.

Agroecología, salud, soberanía alimentaria. Son palabras que se subrayan en el Día Mundial de la Alimentación y que expresan lo que las comunidades campesinas e indígenas construyen diariamente en cada territorio para preservar alimentos nativos y nutritivos y hacer frente a la oferta de ultraprocesados que elaboran empresas concentradas como Nestlé, Pepsico, Unilever y Mondelēz, entre otras.

La papa en los Andes, el membrillo en Catamarca, el chañar en Santiago del Estero son solo algunos ejemplos de que una dieta nutritiva es posible y de la centralidad de las comunidades campesinas e indígenas en los procesos de recuperación de alimentos ancestrales y saludables.

Alimentación y soberanía alimentaria con datos de la FAO.
Foto: Carolina Jaramillo / Depositphoto

Panorama mundial de la alimentación en 2025

Según la FAO el 8,2 por ciento de la población mundial padeció hambre en 2024, lo que supone un descenso con respecto al 8,5 por ciento registrado en 2023 y el 8,7 por ciento en 2022. El progreso, indican, viene impulsado por mejoras en Asia sudoriental, Asia meridional y América del Sur, frente al aumento constante del hambre en la mayoría de las subregiones de África y en Asia occidental.

Se estima que unos 2.300 millones de personas en el mundo padecieron inseguridad alimentaria moderada o grave en 2024. La prevalencia mundial de la inseguridad alimentaria moderada o grave ha disminuido gradualmente desde 2021.

El informe de las Naciones Unidas “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2025” asegura que la inseguridad alimentaria aumenta en África, cae en América Latina y el Caribe, y disminuye gradualmente en Asia. En Oceanía y en América septentrional y Europa se registró un leve descenso de 2023 a 2024, tras varios años de aumento. A escala mundial, la inseguridad alimentaria es mayor en las zonas rurales y afecta a más mujeres que hombres.

Alimentación y soberanía alimentaria con datos de la FAO.
Foto: Carolina Jaramillo / Depositphoto

El número de personas de países de ingresos bajos que no pueden permitirse una dieta saludable viene en aumento desde 2017. En países de ingresos medianos altos y altos la cifra disminuye desde 2020. En países de ingresos medianos bajos, el número descendió entre 2020 y 2024, pero esta mejora obedeció principalmente al considerable descenso registrado en la India.

El organismo de Naciones Unidas prevé que el número de personas subalimentadas en todo el mundo disminuye, pero considera que 512 millones seguirán padeciendo hambre en 2030. El 60 por ciento vivirá en África.

Un aspecto que afecta el acceso a alimentos sanos es el de los precios. Desde 2020 la inflación de los precios mundiales de los alimentos viene superando a la inflación general, lo que —según la FAO— pone de relieve la persistencia de las presiones a las que están sometidos los mercados agrícolas y de alimentos.

Los datos de 2011, 2017 y 2021 sobre los precios mundiales muestran que los alimentos más nutritivos, como los de origen animal, las frutas y las hortalizas, son los más caros. Los alimentos ultraprocesados son sistemáticamente más baratos que los alimentos con menores niveles de elaboración. 

Foto: Carolina Jaramillo / Depositphoto

Este año, la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas adoptó oficialmente la prevalencia de la diversidad alimentaria mínima como nuevo indicador para sus relevamientos. El resultado fue que un tercio de las mujeres y dos tercios de los
niños de 6 a 23 meses de todo el mundo tienen dietas sin suficiente diversidad. Esto implica, advierte la FAO, el consumo de cantidades inadecuadas de vitaminas y minerales esenciales para una nutrición y una salud adecuadas

Malnutrición y otras afecciones a la salud

La FAO indica que se necesitan “progresos acelerados” para alcanzar las metas mundiales para 2030 sobre malnutrición infantil. El mundo ha avanzado en la reducción del retraso del crecimiento infantil, cuya prevalencia disminuyó del 26,4 por ciento en 2012 al 23,2 por ciento en 2024. Sin embargo, los índices de la emaciación (malnutrición severa) infantil y del sobrepeso infantil permaneció prácticamente sin variaciones, situándose en un nivel estimado en el 6,6 por ciento en 2012 y el 5,5 por ciento en 2024, respectivamente. 

En cuanto a la anemia en las mujeres de entre 15 y 49 años, aumentó del 27,6 por ciento al 30,7 entre 2012 y 2025. “Los obstáculos en función del género, como unos ingresos inferiores, las responsabilidades de prestación de cuidados y un acceso limitado a los recursos, reducen la capacidad de las mujeres de hacer frente a la inflación, lo cual a menudo obliga a las mujeres a reducir su consumo de alimentos durante las crisis”, señala la ONU. La obesidad en adultos se incrementó del 12,1 por ciento en 2012 al 15,8 por ciento en 2022.

Foto: Carolina Jaramillo / Depositphoto

“Para lograr salud para todas y todos, debemos abordar la alimentación como el mayor determinante de la salud. En este sentido, el sistema alimentario dominante, controlado por grandes corporaciones, ha puesto en riesgo la vida de comunidades marginadas a través de la producción masiva de alimentos ultraprocesados y el uso indiscriminado de agrotóxicos”, indica Fliardi.

Añade: “El uso masivo de antibióticos en animales de producción provocó una crisis de resistencia antimicrobiana que ya causa 1,4 millones de muertes al año. El sistema alimentario actual nos está enfermando y matando. Necesitamos urgentemente un cambio estructural hacia sistemas que produzcan alimentos sanos y nutritivos, en armonía con la naturaleza”.

Bassey cuestiona los sistemas alimentarios concentrados y su impacto en la salud. “Los niños ya no quieren comer alimentos locales, sino comida de grandes cadenas. No quieren la comida tradicional, que es muy nutritiva. Las empresas tienen el dinero, hacen grandes anuncios, van a las escuelas con programas de alimentos y erosionan nuestras prácticas tradicionales. Nuestra comida es medicinal. Por eso, cuando tuvimos Covid, aunque las vacunas nos llegaron tarde y no podíamos viajar, no morimos”.

Por otro lado, un estudio de la Revista Nature confirmó que, en la región del Kilimanjaro en Tanzania, el cambio a una dieta occidentalizada tuvo impactos negativos en la salud. Entre ellos, inflamación elevada, debilitamiento de la función inmune y sobrepeso. En cambio, el consumo de alimentos tradicionales trajo beneficios anti inflamatorios y una reducción de los marcadores de enfermedades metabólicas.

Foro Nyéléni en Malí.
Foto: Tineke D’Haese / Amigos de la Tierra

Millones de personas con hambre por las guerras

La Vía Campesina señala en su comunicado que, en las últimas décadas, los conflictos armados convirtieron al hambre “en un arma intencionada de dominación”. Desde octubre de 2023, más de 2,3 millones de personas en Gaza han sido sometidas a un bloqueo total que les niega sistemáticamente el acceso a alimentos, agua potable, combustible y ayuda humanitaria. “Este no es un caso aislado, ya que se han utilizado métodos similares en el contexto de la guerra para romper la resistencia y controlar a la población civil en Yemen, Etiopía y Sudán. Las mujeres y niñeces son los más afectados por esta táctica de hambruna y uso de los alimentos como arma”, denuncia la organización.

António Guterres, secretario general de la ONU, alertó: “Más de 295 millones de personas sufrieron hambre aguda el año pasado, el sexto aumento anual consecutivo. Desde Gaza y Sudán hasta Yemen y Mali, el hambre catastrófico, impulsado por conflictos y otros factores, está alcanzando niveles récord, llevando a los hogares al borde de la inanición”.

En este contexto, La Vía Campesina afirma: “Nuestras campañas globales exigen paz, distribución justa de la tierra y un alto el fuego; el fin del genocidio y las guerras. Necesitamos una justicia que conduzca a la paz en nuestros territorios y garantice la soberanía y la seguridad alimentaria en nuestros pueblos. Los autores de estos crímenes deben ser llevados ante la justicia”.

Primer Foro Nyéléni en Malí.
Foto: Tineke D’Haese / Amigos de la Tierra

Para comer bien, primero la agroecología y la soberanía alimentaria

En septiembre, La Vía Campesina propuso sustituir “las fórmulas fallidas de la Organización Mundial de Comercio” por un marco comercial que respete y defienda los derechos individuales y colectivos estipulados en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y Personas que Trabajan en las Zonas Rurales (Undrop) (que exige a los Estados el cumplimiento de derechos de las poblaciones campesinas sobre la tierra, el agua y las semillas); y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (Undrip) (que reconoce el derecho de los pueblos indígenas a la conservación y protección del medio ambiente y de la capacidad productiva de sus tierras o territorios).

“La agroecología campesina está en el centro de nuestra lucha. Su profunda sabiduría ancestral apunta a las necesidades actuales de la humanidad: reconectarse con la tierra y los ciclos de la vida. Hacemos un llamado a acciones genuinas y de base en el campo y la ciudad para que nos hablen de ello y lo promuevan con honestidad ¡No queremos agronegocios con rostro verde!”, convocan desde La Vía Campesina.

La soberanía alimentaria y la agroecología fueron temas discutidos en el Foro Nyéléni. Convocó a más de 500 delegadas y delegados de más de 80 países.

En ese contexto, Bassey indicó que la soberanía alimentaria “es un modelo de sociedad donde nadie queda excluido”. Puntualizó: “Un sistema donde la gente coma los alimentos que quiera, de la manera que quiera, en la cantidad que quiera y que sean culturalmente aceptables para ellos. Donde nadie se vea obligado a comer cualquier cosa solo porque tiene hambre. Sobre todo, que quienes producen estos alimentos, los agricultores y campesinos, sean respetados y reciban el reconocimiento que merecen”.

Agregó la centralidad de la agroecología en este modelo y que “las corporaciones no quieren este tipo de orden; lo que quieren es un sistema roto donde puedan seguir alimentándonos con químicos y pesticidas. Si vienen y comienzan a modificar mi comida y a contaminarla, ya no es la comida que conozco. Es otra cosa. Necesitan hacer eso para mantener su negocio en marcha”. Mencionó que en África hay 200 estudios de caso que muestran que “la agroecología es el camino a seguir”. Y cita como ejemplos las experiencias en la región de Tigray en Etiopía y contra los OGM en Nigeria y en Kenia.

Y sostuvo: “La comida está presente en todas nuestras culturas, en todos nuestros eventos, desde el nacimiento, los matrimonios hasta la muerte, debe haber comida. Para nosotros no es solo algo que comemos, es una fuerza unificadora”.

Sowe definió que la soberanía alimentaria es un enfoque global que desafía injusticias arraigadas profundamente en la cultura y especialmente contra las mujeres, los jóvenes y las personas con discapacidad. Con la agroecología, afirmó, “hemos visto cómo mejora la biodiversidad, cómo se recupera la fertilidad del suelo e incluso cómo mejora la salud. No necesitamos seguir el modelo corporativo”.

La entrada Soberanía alimentaria para cuidar los territorios y acabar con el hambre se publicó primero en Agencia de Noticias Tierra Viva.

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/soberania-alimentaria-para-cuidar-los-territorios-y-acabar-con-el-hambre/

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