Por Sergio Arboleya
La tarde en la peatonal
zigzagueando entre los nombres
con pañuelitos en sobres
ofrezco de a dos por cien
Un tipo mira y no ve
y dice que no tiene un cobre
soy ambulante
siempre tirando adelante
soy ambulante
siempre tirando adelante
Los músicos y compositores Julián Venegas y José Santucho, figuras reputadas de la escena musical rosarina, decidieron reunirse para un proyecto común acerca de quienes sostienen oficios callejeros, pero ese encuentro inicial denominado “Ambulantes” terminó dándole nombre propio al dúo, que ya ostenta dos discos y centenares de presentaciones nacionales y rioplatenses. En un mismo movimiento, continúan explorando el territorio urbano, y a quienes diariamente trabajan en él, y son parte de esa galería de actividades trashumantes.
“Yo como rosarino y José, que nació en Pergamino pero desarrolla su música en la ciudad, decidimos que el repertorio tuviera su anclaje en primera instancia en Rosario. Es decir, que hable del trabajo ambulante que sucede en sus calles porque sentíamos un compromiso afectivo con lo que estábamos cantando, con lo que queríamos relatar. Pero fuimos comprobando, con el tiempo, que la temática era muy vasta, muy rica y muy expansiva, que comprometía a Argentina y a todo el continente”, reflexiona Venegas sobre el devenir del proyecto musical.
En medio de una gira cordobesa por Traslasierra para mostrar el reciente segundo álbum Módico y de calidad, Santucho se acomoda a la izquierda de su compañero para dialogar con Tierra Viva y aporta que el cancionero sobre esta temática “recoge una tradición, ya que sobre el cruce entre laburos, oficios y canciones está plagado el cancionero popular folclórico” y agrega: “Conversamos y recortamos el objeto del repertorio y después, como el corazón de la obra, lo que mancomuna todas las canciones es tratar de retratar los oficios ambulantes urbanos”.

Para Santucho abordar ese legado no es simplemente volver a una memoria cultural y metodológica, sino “una manera de reponer una voz para abordar los prejuicios contra los pobres, que están tan subrayados en los discursos públicos actuales”. “Hay que ir contra esos prejuicios en una clave de resistencia para irradiar otra cosa, aunque, en general, la construcción siempre es mucho más lenta que la destrucción. Aún así es importante recuperar esos modos de mirarnos”, propone.
En el mismo sentido, insiste Santucho: “Estas canciones habitan una historia social porque hay algo del espacio público que es intrínseco al vendedor ambulante, mientras que la música popular es generadora de entrelazado social. Aunque estemos viviendo una época de ruptura de ese lazo, tiene que ver con un asunto central de esta disciplina”.
Tan ensamblados como a la hora de asumirse Ambulantes, Venegas completa: “Existe una estigmatización y un prejuicio para con el pobre y, obviamente, cuanto más cruda se pone la realidad, más violento se pone todo. La pobreza en sí misma es violenta al no permitir que una persona pueda morfar. Lo que intentamos con José es tratar de resaltar lo más noble del oficio ambulante en toda su variedad, porque también hablamos de los recolectores de basura como parte de los trabajadores de la calle”.
El repertorio ambulante reúne y busca sintetizar las historias que ocurren entre quienes salir a ganar el mango en el espacio público: recolectores de residuos, artesanos, chatarreros. “Le cantamos a ese trabajador que está en una relación muy intrincada con el ambiente, con el termómetro social y, en base a eso, se va dando maña para sobrevivir y en eso encontramos mucha dignidad, mucha nobleza, mucha insistencia”, cierra Venegas.
Chipá
luna pobre guaraní
luz de abuelo y almidón
en tu hechura me volvió canción.
Chipá
litoral mi devenir
ojo ciego del ayer
comer es también partir
volver chipá
El “Chula” Venegas nació en Rosario en 1984 y es un prolífico creador con cuatro álbumes solistas (Julián Venegas, Álamo blanco, De barcos y derivas y Choques), un disco compartido con el cordobés Lucas Heredia (Puentes invisibles) y otro proyecto musical llamado Garupá, que comparte con Joel Tortul y Homero Chiavarino, en torno a canciones del misionero Ramón Ayala con dos materiales de estudio (Garupá, canciones de Ramón Ayala y El viejo río). Santucho, por su parte, es oriundo de Pergamino, pero hace más de dos décadas se radicó en Rosario, donde construyó una reconocida obra propia (Juglaría) y sostuvo un dúo de cuño folclórico con su hermano Demián, que dejó como testimonio el disco Entre la pereza y el descuido.
Reunidos desde 2021 para encarnar este cancionero callejero, los artistas no solamente ya publicaron un par de volúmenes: Ambulantes (2023), y Módico y de calidad este año. El cancionero de este segundo disco, al igual que el del debut, mixtura composiciones propias con piezas recuperadas. Entre las propias se cuentan “Repartidora”, “Cocacolero”, “Escobero”, “Muralista”, “El carrito” y “El cartero”, mientras que las versiones reversionadas son “Durazno a cuarenta el ciento” (José Razzano-Celedonio Flores) y “El vendedor de yuyos” (Pablo del Cerro-Atahualpa Yupanqui).
Así, atraviesan un singular proceso que los imbrica con la temática elegida en un camino donde el asunto terminó siendo, además, el que los nombra y los define. “Nosotros nos llamamos Ambulantes como consecuencia del rodaje que venimos teniendo en estos últimos años, porque antes éramos José Santucho y Julián Venegas quienes en comunidad, en grupo, dedicábamos un repertorio a estos laburantes. Como les pasa al heladero o al churrero, en definitiva, también a nosotros, nuestra creación, nuestro producto, nos terminó nombrando; y lo hacemos con lo que llevamos puesto, dos guitarras, dos voces y algún accesorio de percusión, como hace cualquier vendedor ambulante”, reconstruye Venegas.
Y para completar el concepto del dúo agrega: “Las canciones son manufacturas, tienen una expansión territorial y se comparten en el mano a mano, en guitarreadas, más allá de los medios masivos de comunicación y las tecnologías. Hacemos hincapié en una forma de transmisión oral, en el boca a boca como se puede recomendar un buen puesto de pororó o determinado vendedor de churros”.

Para el registro de Módico y de calidad, el dúo sumó guitarrón, cuatro venezolano y tres cubano, además de las participaciones de la cantante Vicky Alancay, el charanguista Damián Verdún y el percusionista Carlo Seminara. En los recitales, en la mayoría, sostienen el formato íntimo del dúo de guitarras, como lo harán el próximo jueves 13 de noviembre desde las 21.30 en la sala Dumont 4040 del barrio porteño de Chacarita.
La obra de Ambulante tiene otra particularidad. Sus dos discos no están editados en formato físico, pero sí sus canciones. Venegas y Santucho imprimieron su cancionero para que se cante, se toque y circule. La primera edición del cancionero fue impresa en la Biblioteca Popular Vigil, un espacio de cultura popular recuperado tras haber sido vaciado durante la última dictadura cívico-militar y que hoy es sitio de memoria. El cancionero presenta dos opciones: una de complejidad sencilla, con acordes básicos sobre las sílabas de la canción y otra opción más compleja con la partitura, melodías y acordes.
“Creemos que puede ser un material valioso que puede ser utilizado en espacios de enseñanza porque nos afirmamos en la necesidad de un repertorio propio para la enseñanza de la música popular”, valora Venegas. Santucho completa: “Nuestras canciones surgieron alrededor de una sobremesa y, de alguna forma, también el objetivo es que siga formando parte de la gran patria de la sobremesa, que es un lugar formativo, donde se comparte. Definitivamente, es un sitio superior para nosotros”.
Años he sido cartero
hoy transito otro camino
voy a tientas y no a tino
en mi oficio palabrero
en la inercia de la vida
con un morral contra el viento
llevo palabras de aliento
al que pecha en la subida
—En la canción “El cartero” hay un juego muy interesante porque pareciera que al referir a ese oficio en extinción también están hablando de ustedes…
—José Santucho: Bueno, mi viejo era cartero y hay allí un componente autobiográfico, pero también aparece cierta reflexión en relación a la cuestión del hacedor de canciones y el modo de entrada a la composición. Nosotros, de alguna manera, también llevamos palabras de otros. Como hacedores de canciones entramos a la elaboración a través del cancionero previo, como intérpretes de canciones de otros, que es la puerta de entrada a la configuración de un cancionero propio. En ese ejercicio nos asemejamos bastante al trabajo del cartero.
—Julián Venegas: A partir de canciones con este carácter, Ambulantes empieza a abrirse. El interés que nos reúne a José y a mí empieza a construir lazos entre fuentes más directas de impacto entre los trabajadores ambulantes y oficios que son tan parte nuestra. La canción de José empieza a tejer un puente directo de impacto entre el oficio y su historia, o la que podría ser la historia de mucha gente, e interroga acerca de qué manera uno se vincula con los oficios ambulantes sin, necesariamente, ser el trabajador o la trabajadora ambulante. Para poder empatizar con esto que observamos todos los días, que son las y los laburantes que insisten a pura maña, a pura fuerza, con su propia fuerza de trabajo, como lo hacemos la mayoría de los argentinos y los latinoamericanos.
—¿Cómo logran que el vínculo musical con ese territorio urbano, con esos trabajadores muy precarizados, no caiga en una romantización?
—JS: Somos conscientes de ello y tratamos de tenerlo presente para configurar un equilibrio que nos permita sostener una mirada implicada con un semejante sin romantizarlo. Poder mirar como tenemos que mirarnos todos y como esperamos que también nos miren a nosotros.
—JV: En la primera instancia de construcción del repertorio nos asesoramos por maestros, por gente de referencia como es para nosotros Jorge Fandermole o el dramaturgo Miguel Franchi, que también está acostumbrado a trabajar con temáticas sensibles y no solamente para evitar pisar la romantización sino para poder retratar con respeto.
—¿Qué historias rescatan de las que ha generado Ambulantes?
—JV: Desde sacarle el secreto a los churreros sobre cómo construyen las cornetas con las que avisan su paso hasta el vínculo con un emprendimiento familiar de Rosario que se llama Pochoclos ADAT, que lleva ya cuatro generaciones vendiendo en las calles y de quienes, sin recordarlo, conocía a Lucho, parte de esa familia pochoclera, a quien le dí clases de guitarra por muchos años. Charlando con el público en un concierto en Bell Ville nos contaron de dos vendedores de helados que usan músicas distintivas para llamar la atención a los vecinos: uno usa “Para Elisa”, de Beethoven; y otro la canción de la película Titanic (“My Heart Will Go On” de Celine Dion). Nos quedamos con ganas de conocerlos.
—¿Les gustaría hacer un recital exclusivamente para esos ambulantes?
—JS: La verdad es que los invitamos un millón de veces, pero se ve que los fines de semanas hacen otra cosas o quizás no tienen la práctica de ir a escuchar música en vivo o se juntan a hacer otras cosas probablemente mucho más divertidas que las que hacemos nosotros (risas).
Floreceré
por el camino de tus manos llegaré
a pincelar tus calles volveré
una alfombra de pétalos haré
para tus pies
y regaré.
La primavera en flor para tu piel
flores, extraña lumbre, te traeré
mi comunión de aromas dejaré
regresaré
floreceré
* Edición: Nahuel Lag
La entrada Ambulantes, un modo musical de habitar territorios y oficios se publicó primero en Agencia de Noticias Tierra Viva.
Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/ambulantes-un-modo-musical-de-habitar-territorios-y-oficios/

                    